La poesía es mal común de la humanidad. Tarde o temprano, todos la padecemos.  En algunos se queda, y se convierte, como cualquier mal crónico, en una huella de languidez, de resistencia o simplemente una cicatriz interesante. La poesía es, al igual que el ensayo pero más descaradamente, un pasatiempo egoísta y personal, un arranque de sentimientos interiores con el destino más incierto del mundo. ¿Lo estoy pintando muy melodramático? Lo más probable. Pero así son las cosas. Y, siendo así, siempre me pregunté por qué la gente insistía en escribir poemas. Los poemas, por lo general, no son éxitos de ventas. Un poema por sí solo no inmortaliza más que a algunos cuantos privilegiados. Ah, pero en la escritura de poemas hay algo extra.

     Un poema no es nada sin su lector. Lo que puede hacer interesante, grande o como quiera que sea, a un poema, es el rincón que encuentre dentro del alma de quien lo lea. ¡Inclusive de su mismo autor! ¿Cuántas veces nos hemos convertido en poetas nada más para consolarnos a nosotros mismos, y nos la pasamos escribiendo y leyendo versos que no vamos a enseñarle a nadie, nada más para sentirnos mejor? Suele suceder. Y suele suceder que los intentos de consuelo de otras personas nos sienten bien, y por eso buscamos leer poesía de vez en cuando.

     Un poema, y eso es algo que no ocurre con la prosa, tiene tantos matices de significado como lectores. Lo que a una persona le dice un poema, probablemente será diferente para otra. Un error frecuente a la hora de leer poesía es intentar hacerlo "en crudo", es decir, leer un poema sin mezclarlo y diluírlo a nuestra conveniencia con nuestros propios sentimientos.  La poesía se disfruta mucho más desde un punto de vista personal.

     Y ya que de cuestiones personales hablamos... bueno, a continuación les presento algunas colecciones de las variadas secuelas que me dejó este mal que se llama poesía. Espero que, de alguna forma, les hablen. Ah... y no se olviden de escribirme.


Poemas

Poemas surgidos por completo del tedio y la depresión. No muy recomendables para estados de ánimo bajones... salvo tal vez por cierto sentido del humor.
Sí, estos son poemas de amor. Pero que conste, no todo el amor es lo que parece, y no todo el amor se refiere a las relaciones hombre-mujer. Éstas prefiero tratarlas en cuento más que en poesía.




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